Las pruebas de que toda la vida en la Tierra ha evolucionado a partir de ancestros comunes en una cadena sin interrupciones desde su origen son abrumadoras. El principio de evolución de Darwin se resume en los siguientes hechos:
- Toda la vida tiende a aumentar: se conciben, nacen, eclosionan, germinan de semillas, brotan de esporas o se producen por división celular (u otros medios) más organismos de los que pueden sobrevivir.
- Cada organismo producido de este modo varía, aunque sea poco, de sus parientes en alguna medida.
- En un entorno determinado y en un momento dado, las variantes mejor adaptadas a ese entorno tenderán a dejar más descendencia que las demás.
- La descendencia se parece a sus ancestros. Los organismos variantes dejarán descendencia como ellos mismos. Por lo tanto, los organismos divergen de sus ancestros con el tiempo.
El término selección natural es una forma de decir que no todos los organismos sobreviven para dejar descendencia con la misma probabilidad. Los que están vivos hoy han sido seleccionados en relación con otros similares que nunca sobrevivieron ni procrearon. Es un proceso que tiene sentido a nivel de población, no del individuo.
Una población evoluciona, una especie evoluciona, más un organismo no evoluciona (al menos, en términos biológicos).
Todos los organismos actuales de la Tierra están igualmente evolucionados, ya que todos comparten los mismos ancestros originales que se enfrentaron a innumerables amenazas para su supervivencia. Todos han persistido desde hace aproximadamente 3.700 millones a 3.500 millones de años durante el Eón Arcaico (hace 4.000 millones a 2.500 millones de años), productos del gran proceso evolutivo con sus idénticas bases biológicas moleculares. Como el entorno de la Tierra es tan variado, los detalles particulares de la historia evolutiva de cualquier organismo difieren de los de otra especie a pesar de las similitudes químicas.
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